Ha sido tanto el influjo de la escuela de Annales sobre la universidad española que hubo un momento, felizmente ya pasado, en el que sólo se podía hacer Historia económica y social. Aquel agotador pseudocientifismo nos obligaba entonces a contar, recontar y volver a contar, ya fuesen defunciones, ya las vacas por habitante en la baja Bureba. Así, nos íbamos perdiendo la Historia, la de siempre, la que bien haríamos en disfrutar y recordar.
En consecuencia, cuando uno ha de documentarse en torno a reyes, validos, princesas y arribistas, no puede buscar pasto en los manuales al uso, nada se dice allí sobre ello, están ocupados enteramente en demografías, cosechas y “mentalidades colectivas”. La solución ha de buscarse en los libros de los bisabuelos o, bendito progreso, en Internet.
Para estas cosas, siempre he utilizado los viejos volúmenes que afortunadamente he ido heredando. Entre ellos, la vieja Historia de España de Modesto Lafuente y Juan Valera, en su edición de Montaner y Simón de 1879, una verdadera joya historiográfica plagada de datos que hoy, por las inercias economicistas que venimos relatando, apenas se conocen, constituyendo un verdadero salvavidas para el narrador de historias noveladas. Es, además, una edición extraordinaria, con ilustraciones tan irrepetibles como la que engalana este artículo.
Hoy, por beneficio de la red, una buena parte de esta documentación olvidada y vilmente desaprovechada vuelve a aflorar. Sin levantarnos de la silla, podemos visualizar on-line o descargar en PDF muchas de estas joyas bibliográficas. Por ejemplo, la misma Historia de Lafuente de la que os hablo, accesible en Google Libros; o miles de artículos profesionales, donde se puede encontrar información sobre casi cualquier cosa, en Google académico. Toda una aventura, de la que siempre extraeremos provecho.
Buenas tardes José Ignacio:
El problema, desde mi punto de vista, es que hoy día no hay un paradigma teórico dominante (al menos cuando termine la carrera en 2001) y si muchas formas, casi artesanales de hacer historia (la propia de cada uno).
Un saludo a todos.
Interesante post.
Efectivamente, como enuncia David, no es cuestión de hacer rankings sobre unas escuelas historiográficas u otras.
Y eso que yo, como medievalista, he sido “contaminado” mucho por Annales (en concreto, por “La sociedad feudal” de Bloch) y he disfrutado mucho alguans de sus aportaciones.
En aras de rescatar la historia con sus hechos y personajes, creo que la Nueva Historia Política ha proporcionado fructíferas metodologías innovadoras y conceptuales.
Saludos
Buenas camaradas:
Perdón por el retraso en la respuesta. Lo acabo de ver. El problema, creo yo no tanto de Annales y si del Materialismo Histórico, es que se pasó del estudio de los “Héroes” de Carlyle al “hombre-colectividad”, pasándose de un extremo a otro, ademas de las supuestas modas historiograficas o la falta de paradigma en la actualidad.
Un abrazo a todos.
Aitor Pérez.
Gracias amigos, no pretendo en absoluto menospreciar la labor de Annales, sino recordar que todo es necesario. Recuerdo una vez en la que pregunté en clase de Moderna de 5º no sé qué cosa sobre las acciones de Wallenstein en la guerra de los Treinta Años, mi viejo profesor hubo de reconocer con cierto pesar que el papel de las individualidades en la Historia ha sido obviado durante mucho tiempo.
Saludos a todos y en especial a Juan Granados, a quien felicito por atreverse a dejarnos esta interesante reflexión. En mi humilde opinión, creo que Annales significó un gran avance ya que planteó otros modos de investigar. Quizás no debamos realizar una contraposición, sin más, entre escuelas, como si unas fueras mejores que otras. En ambas podemos disfrutar de magníficos libros a partir de estilos diferentes, llámese el autor Ranke, Robertson, Lafuente… o Braudel, cuyo “Mediterráneo” me convirtió al modernismo. Al final lo que queda es “buena” o “mala” historia. Esto ocurrió en los siglos XIX, el XX y continuará sucediendo en el XXI.
Buenos días a todos:
Quizá por deformación académica, soy “annalista”. Aunque es cierto que se ha dado un abuso del colectivismo y del “pseudocientifismo”, no creo que sea tan mala idea plantear una historia de carácter globalizador o totalizador. Al menos yo me quedo con ese espíritu de Annales, además de la división temporal del maestro Braudel.
Saludos a todos.
Aitor Pérez.