En las primeras décadas del siglo XIX tuvo lugar la emancipación de la inmensa mayoría de tus colonias americanas debido al descontento de buena parte de los americanos con la actitud colonial de los españoles, con la corrupción administrativa, con la desigualdad entre los criollos y los enviados por la metrópoli, con los monopolios que impedían el desarrollo de la economía de aquellos territorios… Todo ello se produjo al mismo tiempo que cuajaban las ideas europeas más liberales, fundamentadas a partir de la Ilustración dieciochesca, y llegaban los ecos de los éxitos de la independencia estadounidense desde 1776 y de la Revolución Francesa a partir del año 1789, modelos ambas para la emancipación de las colonias; a la vez que se daba ese vertiginoso acaecer del reinado de Carlos IV allá por 1808 con su vacío de poder y todo.
El caso es que cuando en 1814 Fernando VII recuperó el trono, la lucha independentista americana era ya inevitable y la reacción española convirtió el proceso en una auténtica guerra abierta que comenzó a inclinarse definitivamente del lado insurgente cuando en 1820 el triunfo del pronunciamiento liberal que supuso el aldabonazo al Trienio Liberal impidió el embarque de un gran contingente de tropas con destino a combatir a los independentistas americanos y por tanto permitió que estos últimos se acercaran a la victoria final.
Tus gobernantes, España, tardaron tantos años en reconocer la independencia a las nuevas repúblicas americanas surgidas en los territorios otrora hispanos y establecer relaciones oficiales firmes con ellas que ese abandono no sólo comercial de aquel mundo otrora tan importante, aunque deficientemente gestionado, acabó por suponer que fuera sustituida sobre todo por los emergentes Estados Unidos como potencia de primera influencia. Tan tarde como diciembre de 1836 fue cuando tu Gobierno comenzó a firmar tratados de paz y de amistad con las antiguas colonias, una serie de pactos que se extendieron desde el primero, firmado en aquel año con México, hasta el último, acordado ya en 1894 con Honduras; acuerdos que dejaron de incluir los tardíos reconocimientos de las diferentes independencias a partir del sellado con Perú en el tan lejano año 1879.
Este texto pertenece a la obra del autor ¿Qué eres, España?, recién publicada por Sílex ediciones.
[ESTE ARTÍCULO APARECIÓ EN ANATOMÍA DE LA HISTORIA POR VEZ PRIMERA EL 27 de diciembre de 2017]
Gracias. No es una reseña, es un extracto. espero que el libro te guste, en su caso. Un abrazo.
Me ha gustado la reseña, seguro que el libro es interesante.
Nunca está de más acercarse a los sucesos aquí descritos, desde prismas distintos, sin heroizar a ninguna de las partes contendientes, aunque si señalando los éxitos de unos, y las equivocaciones y fracasos de otros, que dan forma al hecho histórico en si: la Independencia de Iberoamérica, o del “Reino de las Indias” (nombre oficial del territorio en España).
No puede olvidarse el excelente trabajo de la masoneria inglesa sobre el territorio español, incluida la misma España. Pasar por alto todo ello es absurdo. Todos los “libertadores” americanos eran masones iniciados por inglaterra y siguieron los planes de ésta.
Hola, todo eso es muy discutible. Eso tan tajante que afirmas. En cualquier caso, la palabra ABSURDO hace que no merezca la pena contestarte. No sé por qué lo hago.