El 25 de julio de 1936, la provincia de Santander, junto a una reducida parte de las limítrofes Palencia y Burgos, pasaba a integrar una de las zonas en las que España había quedado literalmente partida por el efecto de un fallido intento de rebelión militar, transformado ya en una verdadera guerra civil.
Aquellos nueve días de julio que transcurrieron desde el 17 fueron como en el caso de otros lugares del país días de zozobras, audacias, resignaciones y expectativas.
[ESTE ARTÍCULO APARECIÓ EN ANATOMÍA DE LA HISTORIA POR VEZ PRIMERA EL 18 DE JULIO DE 2011 ]
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